Desenmascarando la felicidad
El otro día, divagando por internet, encontré que alguien buscaba
opiniones sobre una pregunta muy común:
¿La felicidad es algo que llega o se construye?
En resultado a la cuestión la mayor parte de las personas respondieron
que se construye, pero al fin y al cabo termina siendo la misma situación, ¿por
qué? Analicémoslo rápidamente.
Si es algo que se construye a futuro, entonces también es algo que
llega, ¿no es así? “Algo” que estás “construyendo” debe en un tiempo
determinado quedar “terminado”. Pero hablando de la felicidad, es imposible
terminar su construcción, es imposible construirla, es imposible su obtención a
futuro.
Todo lo que podemos concebir está en el momento presente: imaginas el
futuro en el presente, visualizas el pasado en presente. Cuando el futuro ha
llegado ya no es futuro, es presente, y todo así, en todo momento, en cualquier
transcurso del tiempo, siempre estamos y estaremos en el único, infinito,
exclusivo –deseable o indeseable– presente.
Por lo tanto, la felicidad no es algo que llega, no es algo que se
construye, es definitivamente una sensación, y con las sensaciones sólo se
puede hacer una cosa: sentirlas.
La felicidad es “algo” que se siente, a costa de cualquier realidad
física que estés presenciando, ya sea una que deseaste y creaste
conscientemente, o una que no deseaste y que creaste inconscientemente.
Al ser entidades de energía vibratoria y sentir felicidad, es incuestionable que las frecuencias vibratorias
que percibiremos con nuestros sentidos serán aquellas sintonizadas en la
felicidad con todos los sinónimos correspondientes y subsecuentes, no podría
ser de otra forma. Vibraciones similares se manifiestan y corresponden a lo que
en tu conciencia habita; generado y en complicidad con tus sentimientos momentáneos.
Al esperar que la felicidad llegue o al “hacer” algo que la construye,
inevitablemente nos estaremos sometiendo a las garras del futuro inexistente, y
a vivir en un espacio de tiempo que nunca ha de llegar, repitiendo el mismo
ciclo una y otra vez, hasta notar que la felicidad debe sentirse alterando las
frecuencias vibratorias de nuestro ser en este preciso momento, continuamente. No
hay otra manera, no hay otra opción, puedes decidir sentirla aquí y ahora, o
vivir de esperanzas siendo infeliz en este instante. Es muy fácil atestiguarlo
si se analiza con detenimiento y si se toma la decisión de sentir a detalle.
La felicidad no habita en algo
externo, en algo a futuro, en algo medible, la felicidad coexiste en todo
momento contigo si decides acudir a tu interior y permitir su nacimiento y
multiplicación, aquí, ahora, siempre.
Comentarios
Publicar un comentario