Miedo al amor 1

Amor, amor, amor. Tenemos tanto miedo al amor, a sentir, a sufrir, y en consecuencia a la misma vida. A la fragilidad, a la exposición, a la vulnerabilidad. ¿Por qué? ¿Qué hemos vivido en el pasado que nos ha hecho tan temerosos ante las nuevas vivencias? Desconocemos la ferviente verdad que dice: lo que temes, atraes. Lo que eres, atraes. Lo que piensas, te conviertes (varias verdades, más bien). 
Si es que no queremos algo, ¿por qué lo pensamos? Nos convertimos en aquello que tememos y con ello, atraemos precisamente todo aquello, para después preguntarnos, ¿por qué nos pasa esto? 
Bueno, ya sabes porqué, porque así lo has vivido, hay una ley, y esa ley es de causa-efecto, es inevitable, movemos las piezas correctas del ajedrez de la vida para que todo lo que no deseamos pase. 
¿Por qué no simplemente actuar desde el amor, vivir desde el amor, y saber que todo eso provocará bellas consecuencias? A lo mejor esas consecuencias no son lo que tú "creías" que esperabas, pero sin duda serán las mejores para el momento y el proceso de tu vida. 

No creemos en la magia, no creemos en las serendipias, aquellas sorpresas maravillosas e inesperadas, y por eso , ¡por eso precisamente!, no pasan. Pasa todo lo peor, lo peor que te esperas, sí, que-te-esperas. Si ya sabes lo que va a ocurrir, para qué vivir. 
El miedo nos corroe y nos impide vivir, gozar, sufrir. Sí, también sufrir, porque sin un gran sufrimiento, ¿cómo saber lo que es el regocijo? Mas no estoy diciendo que haya que sufrir siempre, o mucho, o para toda la vida, no, lo que digo es que a veces el dolor es parte de la vida, pero el amor es todo lo que hay, habrá y ganará. ¿Tienes el corazón lo suficientemente abierto, atento y listo como para permitir que gane? 
Llegará el día, después de los viejos "aciertos disfrazados" de errores del pasado, en el que todo sea picos de alegría, crestas de dicha, con unas cuantas caídas manejables de tristeza, donde la vida te sorprenda, cada día, con sus milagros, maravillas, con todo lo fantástico que tiene para dar y ofrecerte. Abre los brazos y permite que entre, sonríe ante la cámara universal que te mira fija.
Un vaso lleno, se desborda, pero un cántaro abierto, se llena de lluvia cada que ésta sucede. 



Amor, amor, amor. 
Adiós al miedo, sí a la dicha.
Adiós al dolor, sí a la sonrisa.
Adiós al pasado, sí al presente elegido.
Adiós al corazón cerrado,
sí al amor, al corazón abierto,
Sí, sí, amor.
Amor, amor, amor...

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