Memorias de la Transgresión
Yo no sé de qué forma se nos programó para que nos afectara lo que los demás piensan de ti. No me lo explico, y aunque sea una vibración que estoy trabajando, ¡uf!, desencadena algo desde lo más profundo de tu ser que inmediatamente te desestabiliza.
Al principio te molestas, te defiendes, te sientes agredido, pero si eres suficientemente capaz de observar tus pensamientos, y las emociones que evocan estas resistencias, podrás darte cuenta de lo absurdas que llegan a ser algunas de nuestras respuestas automáticas.
Me preguntaba: ¿por qué me molesta tanto?
Especialmente porque la persona que emitió el juicio no me conoce, ni sabe quién soy ni desde los lugares que suelo moverme.
Si me importa lo que piense alguien que no me conoce, mientras estoy trabajando en que no me importe, ¿qué tanto me va a importar lo que me diga alguien que sí me conoce?
Especialmente cuando están errados, cuando es un juicio de autoridad que está sumamente alejado de la verdad.
La clave es que me atreví a reflexionarlo, y aunque no sé de dónde viene la importancia que le doy al juicio ajeno, sé cómo reprogramarlo.
Me importa una mierda lo que pienses, especialmente si no me conoces.
Y si me conoces, tendré apertura para escucharlo, le daré importancia, pero no lo aceptaré si no es la verdad. Y si tú te molestas porque no estoy de acuerdo con lo que dices será tu problema, no el mío.
Porque si alguien se acerca a hablarte con tacto, compasión y comprensión, puede haber muchísima receptividad, Pero cuando alguien se te acerca y te habla con autoritarismo, ego y críticas (des)constructivas, entonces, es imposible que esté dispuesto a escucharte, no te escucharé, no me interesa nada que venga desde ahí, pues yo no me muevo desde ese lugar, ese lugar es demasiado tóxico, es subrepticio, suele ser muy egoísta.
En fin, lo que noté es que sí me afecto, pero ya puedo evitar que me afecte, porque lo reconocí y sé que no viene desde ningún lugar específico, sino de una suma de experiencias pasadas donde fui mal juzgado y prejuzgado por personas que no se dieron el tiempo de conocerme, por lo tanto, no significa nada, ni siquiera se acerca poquito a lo que es cierto. Siendo así, sé que es algo inexistente en mi vida, que no tengo que justificarme por mis actos, pues mis acciones hablarán por sí mismas.
Pero toma más tiempo reconocer a una persona justa, que a una persona corrupta. Tan solo por la simple idea que estamos acostumbrados esperando lo segundo, y no tenemos la apertura para esperar lo primero.
Pero primero puedes serlo tú, y así, poder esperarlo de todo lugar, y de todas las personas.
Transgresión: lograr que no me importen los juicios equivocados.
Transgresión: lograr escuchar, que me importen y hacer algo de los juicios de valor acertados.
Transgresión: inmutabilidad ante las vibraciones colectivas.
Transgresión: mutabilidad ante los sucesos que me desconectan.
Transgresión: ser yo, ser en la práctica del amor.
Transgresión: evitar la necesidad programada de justificarme.
¡Ya sé! tal vez ha sido el sistema escolar, el sistema en general y su necesidad de criticarlo todo, de querer explicaciones de todo, de querer controlarlo todo, aunque genuinamente sea incapaz de lograrlo. Ni siquiera puede regularse a sí mismo, no hay manera de que pueda ayudarnos con sus maneras de operar, ¡no la hay!
Las maneras novedosas vienen de ti, y tú formas parte del sistema, es casi imposible salirse por completo, pero es factible, viable y asequible que tú actúes distinto porque lo eliges así.
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